Las prácticas devocionales en la Baja Edad Mediaen torno a la Compassio Mariae y su representación en la pintura gótica hispana

  1. García Morales, Julia M.
Dirixida por:
  1. Alejandro García Avilés Director
  2. Antonia Martínez Ruipérez Director

Universidade de defensa: Universidad de Murcia

Fecha de defensa: 26 de outubro de 2023

Tribunal:
  1. Michele Bacci Presidente/a
  2. Carlos Espí Forcén Secretario/a
  3. Fuensanta Murcia Nicolás Vogal

Tipo: Tese

Resumo

Las prácticas devocionales en el Crepúsculo de la Edad Media estuvieron determinadas por una necesidad de emular el sufrimiento de Cristo, pero también el de María. Así, la pasión paralela que sufrió la Madre de Dios, la Compassio Mariae, gozó de un gran éxito, extendiéndose por diferentes países y convirtiéndose en una herramienta devocional y afectiva de suma importancia, empleada por una audiencia mixta: laicos y clérigos, mujeres y hombres. La compasión entendida como el sufrimiento físico y anímico que afligió a la Virgen, cuya angustia fue similar a la de un nuevo parto a los pies de la Cruz, fue incorporándose a los textos, la liturgia, la música, el drama o la cultura visual del momento. Numerosos fueron los escritos que mostraron los eventos de la Pasión a través de su mirada, con los que se pretendían conmover al espectador para que pudiese identificarse con lo representado, llegando a compartir la compasión de la Madre. Este asunto se materializó en la imagen, en la que su compasión se visualizó mediante su actitud corporal: desvaneciéndose y llegando a perder plenamente la conciencia, mientras es asistida por San Juan y las Santas Mujeres. Asimismo, las representaciones visuales de la Compassio Mariae se extendieron por el ámbito italiano, alemán, francés e incluso el hispano, donde adquirieron suma relevancia en la devoción castellana. El interés en la compasión mariana no fue un unicum en el ámbito occidental, sino que ya Oriente lo mostró desde una época temprana. Desde el siglo VI, los himnos orientales comenzaron a cuestionarse la emoción que sintió la Virgen al pie de la Cruz; una preocupación también mantenida durante y tras la Querella Iconoclasta. A partir del siglo IX, las homilías e himnografías, incluso la propia liturgia, continuaron explorando su pesar. De igual forma, el campo visual también continuó la estela de las fuentes textuales, buscando nuevas formas o reinterpretaciones de temas anteriores para plasmar el pesar mariano. Así, desde el siglo XI, el desvanecimiento de María, como símbolo de esa compasión, comenzó a aparecer en la escena de la Crucifixión, extendiéndose a otras representaciones como el Threnos Bizantino.