Narrar el '48. Léxico, símbolos e imágenes del relato revolucionario entre el 1848 y la unidad

  1. Morandini, Matteo
Dirigida por:
  1. Chiara Lucrezio Monticelli Director/a
  2. Marina Formica Director/a
  3. Manuel Santirso Rodríguez Director/a

Universidad de defensa: Universitat Autònoma de Barcelona

Fecha de defensa: 23 de octubre de 2017

Tribunal:
  1. Marina Formica Presidente/a
  2. Tommaso Caliò Secretario/a
  3. Enrico Francia Vocal
  4. Paola Lo Cascio Vocal
  5. Carmen García García Vocal
  6. Manuel Santirso Rodríguez Vocal
  7. Francesco Bartolini Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 509245 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

El 1848 representa sin duda un momento decisivo en la historia europea y no es casual que muchos historiadores lo hayan considerado un año idóneo para periodizar. En esa explosión continental (y global) de problemas civiles, nacionales y sociales sin precedentes emergieron nuevos medios de comunicación (prensa periódica, democratización del acceso a la lectura, mayor rapidez de las comunicaciones, etc.) que actuaron como termómetro y al mismo tiempo fueron causas de los cambios en la sociedad o, mejor dicho, de las sociedades. La península italiana no fue una excepción, y sobre ella se plantearan las preguntas de fondo de esta tesis: ¿de qué manera se contó la revolución? ¿Cuáles fueron los soportes privilegiados que se decidió emplear? ¿Qué formas narrativas y estratégicas se emplearon? Y por último, ¿cuáles fueron los contenidos fundamentales? En las dos décadas posteriores al 1848 no fueron solo los protagonistas del heterogéneo frente patriótico quienes escribieron o produjeron artefactos políticos de aplicación nacional. Al contrario, una gran cantidad de novelas, caricaturas y monumentos fueron elaborados por la Santa Sede con el objetivo deliberado de contrarrestar el proselitismo nacional y democrático, eliminar el reciente pasado republicano de Roma y efectuar en su contexto una profunda obra de contra-narración de los acontecimientos y de los temas del bienio revolucionario 1848-1849. La caricatura, que vive en este momento su explosión, participa activamente en la disputa política cotidiana durante la revolución. Pero no solo esto. Los textos de caricatura y sátira Il Don Pirlone a Roma y La Grande Riunione, de matriz patriótica y reaccionaria respectivamente, fueron publicados una vez consumada la derrota revolucionaria, y así se configuraron como caricaturas retrospectivas por su función de comentario, interpretación y revisión de unos acontecimientos que, pese a la dimensión presente natural de este tipo de media, se colocaban en el pasado, en el bienio 1848-1849. Está claro que tanto la Santa Sede como el frente patriótico sentían la necesidad de manipular la revolución y que este medio fue considerado eficaz por inmediato y, generalmente, universal, es decir, capaz de ir más allá de la barrera cultural que el analfabetismo erigía. Las artes plásticas –sobre todo la pintura– tampoco quedaron al margen de la disputa ideológica política y nacional, aunque su acceso siguiera siendo limitado, reservado casi siempre a las clases ciudadanas y cultas. También en este caso se asiste a un enfrentamiento entre la Iglesia y su relanzamiento cultural y una generación de pintores-soldados, voluntarios que siguen a Garibaldi y luchan en Roma y Venecia en el 1849, con los Mil en el bienio de la unificación y en la trágica campaña de Aspromonte. Desde su perspectiva privilegiada, y a través de instantáneas de batalla, retratos y, más adelante, escenas populares de vida cotidiana, devuelven una re-lectura de los sucesos contemporáneos en clave democrática, tanto en la perspectiva nacional como en clave social y de emancipación. La literatura puede considerase el arma principal en la disputa ideológica ligera. En este caso, frente a una gran cantidad de autores patrióticos –el propio Garibaldi, Guerrazzi, Sebregondi, etc. – el periódico jesuita La Civiltà Cattolica produce bajo el mandato de Pío IX una cantidad colosal de novelas históricas con el objetivo de desacralizar, minar y en definitiva destruir hasta su base las piedras angulares del patriotismo, y más en general de exorcizar cada cambio social y emancipador a través del recurso a estrategias narrativas y soluciones creativas. Los asuntos que emergen en varios modos y transversalmente en la lectura crítica de los documentos son sorprendentemente parecidos en el campo revolucionario y en el reaccionario. El martirio, la moralización de la sexualidad, el antirrepublicanismo/anticlericalismo, la centralidad de las mujeres y de su sexualidad y la referencia constante al pueblo –un concepto bastante borroso– caracterizan estas obras ligeras, que a menudo, como es el caso de las novelas de Bresciani, se mueven en el campo de la fiction. A través del análisis de contraste emergen algunos puntos de reflexión e interpretación: primero, la centralidad reconocida en el campo patriótico a la autorrepresentación como clave para una comunicación eficaz y, estrechamente relacionado con ello, la transmisión del mensaje político (el proyecto, nada obvio, de la unidad nacional); el recurso a elementos atávicos y prerracionales insertos en tramas románticas y de consumo; por fin, el enfrentamiento feroz entre nacionalismo y la Iglesia católica que, más que en el nivel religioso, se desarrolla en el social: por un lado, con el surgimiento de la clase burguesa (estrechamente vinculado al nacionalismo) y por otro, con la voluntad por parte clerical de no perder influencia y poder en zonas fundamentales de la sociedad, como la educación, la familia o la sexualidad, con la consiguiente legitimación de la existencia del clero.