Políticas, cambio e inmovilismo en la música académica del inicio de la transición democrática española (1975-1977)

  1. Toya SOLÍS
Libro:
Musicología en el siglo XXI: nuevos retos, nuevos enfoques
  1. Begoña Lolo (coord.)
  2. Adela Presas (coord.)

Editorial: Sociedad Española de Musicología

ISBN: 978-84-86878-45-0

Año de publicación: 2018

Páginas: 2345-2362

Congreso: Sociedad Española de Musicología. Congreso (9. 2016. Madrid)

Tipo: Aportación congreso

Resumen

Tras la muerte de Franco (20/XI/1975) se agudiza la brecha latente desde años atrás en la política musical española. Las tensiones derivadas de la insistencia continuista e incluso triunfalista del Poder van en aumento. Antonio Iglesias, subcomisario de la Comisaría de la Música, es la cara visible de una gestión musical de fuerte centralismo y de una política de encargos y contrataciones atenta a los compositores consagrados, a los grandes intérpretes internacionales y a los eventos de relumbrón, en detrimento de las nuevas tendencias y valores de la música española. Los músicos mostrarán sus reivindicaciones, bien desde la poiesis o la intencionalidad explícita o implícita de ciertas obras, o bien mediante huelgas, manifestaciones, asociacionismo y sindicación. El malestar de diversos creadores y el estreno de Apuntava l’alba de Josep Soler (con declaraciones del autor leídas ante notario en un ambiente muy crispado) en la VI Semana de Nueva Música (Barcelona 1976) es un buen ejemplo de este clima de tensión. El I Encuentro de Jóvenes Artistas de Vigo (1976), planteado como autogestionado, es otro caso paradigmático. El sector oficial homenajea a Iglesias en el Hotel Castellana a modo de desagravio, en tanto que los partidarios del cambio impulsan un contrahomenaje. Como parte constructora de la realidad, los medios musicales también hablan de dos sectores: el inmovilista (conocido como el búnker) y el aperturista. En suma, la democracia también se estaba construyendo desde la música.