Las emociones en el arte retórica de Aristóteles. Πάθος, τέχνη y πείθω

  1. Álvarez Arias, Rubén
Zuzendaria:
  1. José María Zamora Calvo Zuzendaria
  2. Vicente J. Domínguez García Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 2019(e)ko urtarrila-(a)k 18

Epaimahaia:
  1. Teresa Oñate Zubía Presidentea
  2. Carlos Megino Rodríguez Idazkaria
  3. José Antonio Méndez Sanz Kidea

Mota: Tesia

Laburpena

La investigación intenta aclarar el papel que Aristóteles atribuye a las emociones en el arte retórica desde un marco de interpretación unitaria de los textos griegos -conservados y perdidos- que reintegra el "conocimiento productivo" en la filosofía del macedonio. En el primer capítulo, la investigación sostiene que únicamente los escritos puestos en circulación pública pueden considerarse como "obras", el producto completo y dotado de unidad de unas operaciones artísticas cuyo fin es cambiar el juicio de los oyentes a quienes están dirigidas, mientras que el fin que poseen "los escritos de acuerdo a la filosofía" reside en las operaciones intelectuales mismas que se ejecutan por parte de los miembros de la escuela, entre los cuales Aristóteles es un "primus inter pares". El segundo capítulo sostiene que el arte retórica es fundada, junto con la Academia, por Platón, en el contexto de la competición "protréptica" que libra con la escuela de Isócrates. En este sentido, Aristóteles también critica la incapacidad artística de Isócrates, su desdén por el argumento y la ignorancia de las causas por las que el arte y las emociones logran seducir a los oyentes. El tercer capítulo propone traducir "peithó" como "seducción", antes que por "persuasión", y revela la concepción de la misma opuesta a la de Gorgias, quien la presenta en términos de violencia y necesidad: únicamente el arte puede producir la seducción de lo no racional por lo racional y completar la naturaleza, tanto del alma como de la ciudad, para constituir una comunidad ajena a la tiranía. El cuarto capítulo deslinda la técnica práctica del arte productivo, distinguiendo al prudente y la elección, que da inicio a una acción, del inteligente y sensato, que juzga si un discurso es digno o no de confianza. Además, el estudio del alma humana y de las emociones deriva de la necesidad artística de conocer al oyente y de saber a través de qué actúa y de qué padece. En ese sentido, lo que puede traducirse, no sin inconvenientes, por "imaginación" o "fantasía" desempeña un papel determinante en el pensamiento y el deseo, así como en la producción de una imagen verosímil que es, al arte de hacer discurso sobre lo particular, como a la ciencia de lo universal. El quinto capítulo es una cartografía de las emociones griegas, tal como Aristótes las define dialécticamente en el Libro II de la "Retórica".