Una interpretación de la escultura cinética de Alexander Calder desde la filosofía de Nietzsche

  1. LÓPEZ PÉREZ, FAUSTINO EVARISTO
Supervised by:
  1. Luis Javier Álvarez Fernández Director

Defence university: Universidad de Oviedo

Fecha de defensa: 11 February 2008

Committee:
  1. Román de la Calle Chair
  2. Natalia Tielve García Secretary
  3. María Soledad Álvarez Martínez Committee member
  4. Ana María Leyra Soriano Committee member
  5. Vicente J. Domínguez García Committee member
Department:
  1. Cirugía y Especialidades Médico-Quirúrgicas

Type: Thesis

Teseo: 265982 DIALNET

Abstract

La filosofía de Nietzsche, con su crítica radical y transvaloración de todos los valores, influye profundamente sobre toda la cultura europea del siglo XX y es inspiradora de la renovación de las vanguardias artísticas y del arte popular. El escultor Alexander Calder reúne en sus obras cinéticas lo mejor de las vanguardias europeas (abstracción, constructivismo, surrealismo...) y del arte popular estadounidense (lo que se mueve es aceptado con entusiasmo). Desde el principio de su obra Nietzsche ve la dimensión apolínea como la mesura, lo racional (en nuestro trabajo es el tradicionalismo, el academicismo, la continuación extenuada de un arte figurativo e inmóvil, casi agotado), y la dimensión dionisíaca como la embriaguez, el entusiasmo, el frenesí creativo del arte y el valiente decir si y adelante; es coherente pensar que Nietzsche apoyaría los experimentos de las vanguardias, las nuevas auroras que se atreven a hacer nuevas jugadas con el arte y la vida. Nietzsche consideraba que en la cercanía de Heráclito se sentía con más calor y de mejor humor que en ningún otro lugar; Heráclito es el filósofo que considera más cercano, el que afirmaba el cambio, el fluir incesante, el movimiento. Los dos estarían muy cerca también de Calder, el primer escultor que hace posible el movimiento físico en la escultura y la llena de color, que celebra y festeja con alegría el cambio. La verdad para Nietzsche "es un ejército móvil de metáforas" (una definición perfecta de las esculturas móviles de Calder) que debe superar la decadencia de la cultura europea; han sido Platón y el cristianismo los que han originado este panorama de nihilismo negativo. Nietzsche abre con su Zaratustra la terapia radiante contra esa enfermedad cultural y vital de Occidente que puede ser superada con la fuerza del sentido de la tierra, y también con la libertad frente a los valores del pasado; en su continuidad histórica los valores artísticos tradicionales, como la representación, la mímesis, la figuración, la estatuaria clásica, el inmovilismo, van a ser sobrepasados. Desde la perspectiva de la estética de Nietzsche, pensada en contra de esa lenta agonía de la cultura y de la vida europeas, se proponen nuevas auroras y aventuras que producen sus efectos sobre el siglo XX, que en el arte irán apareciendo como impresionismo-futurismo-cubismo-dadaísmo-surrealismo-constructivismo-cinetismo... Esta influencia le llega a Calder a través de numerosos artistas muy próximos a él que leyeron a Nietzsche (tenemos los testimonios de sus amigos Joan Miró y Marcel Duchamp, de De Chineo...) y también de Jean Paul Sartre, lo que nos permite establecer la conexión e influencia objetiva de la filosofía de Nietzsche sobre la escultura cinética de Calder. Sus "móviles" representan una culminación, en el arte escultórico, del vitalismo nietzscheano. Tanto en la vida como en la obra de Alexander Calder se ven reflejadas algunas de las principales categorías de Zaratustra (el niño que juega, el optimismo, la inocencia, el dios que sabe bailar, la alegría, la felicidad, la fiesta con la que deberíamos celebrar siempre la vida, la risa y el bienaventurado sentido del humor, el dinamismo, el movimiento). La influencia del pensamiento y de la estética de Nietzsche no sólo nos permiten descifrar aspectos constitutivos de la escultura cinética de Calder, sino que también hacen posible la interpretación de las vanguardias como experimentos nietzscheanos, unos más apolíneos (Malevich. Mondrian), otros más dionisíacos (dadaísmo, Pollock, Tinguely), otros apolíneo-dionisíacos (Calder); y apoyan una explicación sobre el origen mismo del arte como embriaguez, pulsión y sobreabundancia de vida.