Locus Iacobiorígenes de un santuario de peregrinación
- Suárez Otero, José
- Raquel Casal García Zuzendaria
- José María Luzón Nogué Zuzendarikidea
Defentsa unibertsitatea: Universidade de Santiago de Compostela
Fecha de defensa: 2015(e)ko urtarrila-(a)k 13
- Fernando Acuña Castroviejo Presidentea
- Fernando López Alsina Idazkaria
- José Avelino Gutiérrez González Kidea
- Achim Arbeiter Kidea
- Fernando Valdés Fernández Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
La investigación arqueológica en torno a la Tumba atribuida al Apóstol Santiago comenzó hace más de cien años de la mano del canónigo López Ferreiro. Más de cien años de investigación en los que se distinguen tres fases bien diferenciadas conceptual y metodológicamente: los trabajos de fines del s. XIX, los realizados por M. Chamoso Lamas a mediados del s. XX y los realizados entre fines de esa centuria y la actual. Centrada inicialmente en la Tumba, la arqueología permite aproximarse a un largo y complejo proceso histórico que se inicia a fines del s. I d.C., con un pequeño cementerio de carácter marcadamente romano, expresión del proceso de colonización del territorio noroeste de la Gallaecia y asociado a un pequeño asentamiento, todavía por localizar, y a una incipiente red viaría. Un enclave que resurge en la tardoantigüedad, a fines del s. III d.C., para transformase en la transición al período medieval, s. V d.C., en un cementerio basado en un importante conjunto de sarcófagos pétreos de cubiertas decoradas con el tema de la ¿doble estola¿. Ese cementerio es el primer indicio seguro de una cristianización que carece, sin embargo, de referentes cultuales claros, y parece perdurar no más allá de comienzos del siglo VII. La segunda parte de esta historia corresponde a la ¿inventio¿ a principios del siglo IX por parte del obispo Teodomiro de Iria y sus consecuencias en los siglos posteriores. La lectura arqueológica, especialmente de la nueva gran necrópolis que se irá volviendo a configurar en el espacio de las antiguas, dibuja unos comienzos ligados a una recuperación del enclave a lo largo del s. VIII, probablemente por un grupo eremítico, que adquiere una nueva formulación en el IX, vinculable al proceso de reestructuración económica y administrativa del territorio inmediato, que lo convertira en el santuario monástico-martirial dedicado al culto jacobeo, el Locus Sanctus Iacobi. Una materialidad arqueológica en forma de restos de basílicas, palacios, casas y murallas, unida a una cultura material en proceso de acusada transformación, definen la conformación de ese santuario y su paulatina conversión en una realidad urbana, Compostela, que a partir de fines del siglo XI será ya reconocida como Civitas Iacobi. La ¿tumba apostólica¿ se ha interpretado como aparente hilo conductor de esa historia. La arqueología, sin embargo, solo constata tenues restos de un monumento funerario antiguo que será reconstruido en la Alta Edad Media, para ser posteriormente reinterpretado en los siglos XI y XII. Reinterpretación que serviría de base a las lecturas que se hicieron desde ese momento e incluso a la aplicada a los restos de la misma redescubiertos a fines del siglo XIX.