Los sarcófagos de la antiguedad reutilizados durante la Edad Media en la península ibérica
- Torre Miguel, Begoña
- Raquel Alonso Álvarez Director
Defence university: Universidad de Oviedo
Fecha de defensa: 10 March 2022
- Gisela Ripoll López Chair
- María del Mar Díaz González Secretary
- Daniel Rico Camps Committee member
- Alejandro García Álvarez Committee member
- Lorenzo Arias Páramo Committee member
Type: Thesis
Abstract
OBJETIVOS Y DELIMITACIÓN: El objetivo inicial de esta investigación fue la elaboración de una topografía funeraria basada en los sarcófagos de la Antigüedad reutilizados en los reinos cristianos del medievo hispano, partiendo del estudio iniciado por Serafín Moralejo en la década de 1980. A partir de la elaboración de este primer catálogo, acometimos el estudio de cada una de las piezas en su contexto, teniendo siempre como objetivo trazar una línea lo más continua posible desde su origen hasta el presente. Como no podría ser de otra manera, la principal parada en este ambicioso trayecto fue la Edad Media, objeto primordial de nuestra investigación y responsable fundamental de la supervivencia, en este caso, no sólo de sarcófagos, sino de la cultura material de la Antigüedad que ha llegado a nosotros. La laxitud en términos cronológicos y geográficos se ha debido, fundamentalmente, a dos cuestiones: la relativamente escasa lista de sarcófagos reutilizados en la Edad Media en nuestro territorio y la necesidad de estudiarlos en su conjunto para poder extraer conclusiones que nos permitan comprender un poco mejor el por qué de este comportamiento funerario, detectado en distintos territorios y en distintas cronologías a lo largo de todo el medievo peninsular, y que denota, en las instancias más elementales, una cierta valoración hacia el objeto antiguo y, en las más complejas, un verdadero mecanismo simbólico y legitimador. Para ello, hemos tratado de asentar nuestro estudio sobre las cuatro líneas principales que, según S. Settis, son necesarias para una evaluación adecuada de la reutilización de antigüedades: el estudio en profundidad de los casos singulares (los sarcófagos), el examen comparado por clases tipológicas (distintos tipos de reutilizaciones), el inventario por áreas geográficas (catálogo) y el análisis por bloques cronológicos (desarrollo cronológico-geográfico). Por otro lado, este estudio se centra en el spolium in se, esto es, la reutilización en su dimensión física, dejando a un lado el spolium in re, relacionado directamente con la reutilización admirativa (R. Brilliant). Si bien en el arte, sobre todo románico, se detectan representaciones antiquizantes (J. Moráis), entre ellas sarcófagos de formas y colores que remiten indudablemente a la Antigüedad, hemos considerado que el reempleo propiamente dicho de estas piezas requería un estudio independiente. Es cierto que, en algunas ocasiones, tanto el spolium in se como el spolium in re han respondido a motivaciones semejantes, como puede ser el interés en (de)mostrar que el sepulcro reutilizado o representado es antiguo y por tanto auténtico el cuerpo o las reliquias que acoge (J. Balty). Sin embargo, el proceso de reutilización conlleva unas implicaciones totalmente diferentes en cada caso, y las diferencias son, básicamente, dos: el spolium in se conlleva una selección, un acarreo (a veces desde largas distancias) y un desalojo del morador precedente y/o un cambio de función; en definitiva, todo lo relacionado con su naturaleza física. En segundo lugar, el spolium in se está vinculado de manera sistemática a un personaje, a veces conocido, a veces desconocido y a veces (la mayoría) vinculado al sepulcro por la historiografía. Sin embargo, el spolium in re es ajeno a todo esto, pues su naturaleza inmaterial lo mantiene unido al campo del desarrollo y evolución de los estilos y sus influencias. En este sentido, cuando veamos los casos en los que una pieza antigua es atribuida a un determinado personaje, lo que P. Liverani ha denominado spolium in me, observaremos que su dimensión también es inmaterial en cierto sentido, pues quizá la reutilización no se llevó a cabo y se trata de una construcción histórica. Sin embargo, se mantienen dos realidades: el sarcófago antiguo en sí mismo y el trasfondo político-ideológico que comparten tanto el in se como el in re. ESTRUCTURA: El notable peso teórico de este estudio hacía imprescindible un buen conocimiento del marco y del concepto de spolium antes de adentrarnos en el estudio de caso. Por ello, tras un primer capítulo dedicado al método y a la delimitación del tema, en el segundo ofrecemos un estado de la cuestión europeo del fenómeno del spolium en la Edad Media. Este capítulo se plantea siguiendo un estricto orden cronológico, dedicando así un epígrafe a cada una de las etapas históricas, desde la Antigüedad hasta el presente. Cada uno de estos epígrafes ha girado en torno a dos cuestiones: el estudio del fenómeno de la reutilización en la época correspondiente al epígrafe en cuestión, con sus distintos ejemplos y modalidades principales; y una segunda cuestión dedicada al concepto en sí mismo. De esta manera hemos podido observar cómo, en términos muy generales, la reutilización ha existido siempre, si bien el concepto de spolium ha tenido un desarrollo ajeno en buena medida al significado que en la actualidad posee. Este estudio terminológico era necesario para que los límites y el modo en el que va ser entendido y aplicado en este trabajo, quedasen lo más claros posibles. En un tercer capítulo abordamos un nuevo estado de la cuestión, pero ahora centrado en nuestro territorio. La primera diferencia evidente que observamos con respecto al marco europeo es la menor cantidad de estudios al respecto con respecto a países como Italia, Francia y Alemania. En segundo lugar, las circunstancias históricas de nuestro territorio, marcadas primero por la llegada de los musulmanes y por la restauración del territorio después, han hecho del spolium un fenómeno mucho más irregular, al menos en cuanto a la conservación de ejemplos. En el capítulo cuatro nos centramos, al fin, en los sarcófagos de la Antigüedad. En un principio dedicamos varias líneas a los principales centros productores y a las tipologías, lo que entraría dentro del sarkophagstudien, y posteriormente nos centramos en la reutilización de sarcófagos antiguos en el occidente medieval, verdadero objeto de este capítulo que ofrece un marco en el que es necesario insertar nuestro estudio de caso. Desde Dagoberto, pasando por la dinastía carolingia hasta alcanzar la dinastía de los Hauteville, obtenemos un panorama europeo que demuestra que la reutilización de sarcófagos no sólo fue algo relativamente común, sino que estuvo generalmente ligado a grandes personajes históricos y dentro de un contexto simbólico y legitimador. En los capítulos cinco y seis se desarrolla la parte central de nuestra investigación. En el primero nos ocupamos de los reinos de Asturias, León y Castilla, y en el segundo del reino de Aragón y Cataluña. En ambos casos hemos seguido un desarrollo cronológico que es el que permitirá, al final, hacer una valoración adecuada de este fenómeno en la Península Ibérica. Un catálogo de todos los ejemplos de sarcófagos reutilizados en el medievo peninsular acompaña a esta investigación. En él, además de la información habitual relativa a dimensiones o descripción de la pieza, hemos adaptado los campos al contexto de la reutilización, ofreciendo las diferentes cronologías, tanto originales como de reutilización, cómo las localizaciones desde su origen, cuando es conocido, pasando por su localización tras la reutilización, hasta llegar a su localización actual. MÉTODO: La reutilización de elementos arquitectónicos y esculturas de la Antigüedad fue una tendencia común a lo largo de toda la Edad Media. Esta tendencia no pasó en absoluto desapercibida hasta la época contemporánea, sino que empezó a formar parte del discurso artístico en el siglo XVI, cuando los artistas y humanistas lo identificaron como un signo de declive. En el siglo XX se incluyó en los estudios acerca de la supervivencia del arte y la cultura clásicos (E. Panofsky, J. Adhèmar ), lo que permitió que parte de la atención se centrase en el reempleo de elementos estructurales antiguos (F. W. Deichmann, S. Settis ), así como la conexión entre el uso de spolia y la imitación de la Antigüedad en la Edad Media (A. Esch). Sin embargo, no fue hasta 1969, con la publicación del artículo de Arnold Esch, que el fenómeno del spolium se constituyó como una línea de investigación independiente. Esto supuso un traslado en la atención del historiador del estudio de la permanencia del arte clásico a la reutilización propiamente dicha de la pieza, estudiada ahora en su nuevo contexto. Por otro lado, esta nueva línea de investigación del spolium encajaba dentro de los parámetros del postestructuralismo, de modo que los objetos culturales (o spolia) eran entendidos como artefactos que transcienden los contextos de presencia/estado y cuya naturaleza permite introducir mediaciones nuevas entre la cultura, el lenguaje y la comunicación (A. Giddens). Sin embargo, como señala Dale Kinney, aunque la línea inaugurada por Esch vió la luz al mismo tiempo que se empezaba a hablar de posmodernidad en el terreno artístico, este fue un hecho completamente fortuito. En todo caso, los lugares comunes resultan obvios y dada su convivencia en el tiempo y en el contexto, en los últimos años han empezado a ponerse en relación ambas tendencias a nivel teórico y conceptual para ver cómo y de qué manera se podrían tender puentes entre ambas corrientes (R. Brilliant y D. Kinney). Esta investigación inserta en su contexto medieval a los sarcófagos de la Antigüedad, uno de los elementos más estudiados (Koch: sarkophagstudien) por constituir un valioso testimonio, no sólo del arte y la iconografía clásicas, sino de las costumbres funerarias del periodo. En el contexto europeo conocemos numerosos ejemplos de reutilizaciones medievales, desde Dagoberto a la dinastía Hauteville. En la Península Ibérica fue el profesor S. Moralejo (1982) quien planteó el primer estudio de este fenómeno aplicado a los sarcófagos de la Antigüedad conservados o vinculados a contextos medievales en nuestro territorio. Su artículo ha constituido el eje axial de nuestro estudio. En la actualidad, los estudios hispanos sobre el spolium siguen más centrados en la supervivencia del arte antiguo que en las reutilizaciones propiamente dichas y, cuando tratan de estas últimas, la perspectiva arqueológica ha sido la predominante. CONCLUSIONES: Todos los sarcófagos reutilizados en el medievo en la Península Ibérica son de época romana, algunos de ellos de talleres locales y la mayoría importados. Se desconoce la reutilización de piezas de origen ático durante la Edad Media peninsular. Esto seguramente tenga mucho que ver con la menor intensidad de exportación de los talleres áticos y de la menor duración de esta actividad, que cesa en el siglo III, mientras que los talleres romanos continuaron funcionando hasta el V. Además, las características particulares de nuestro territorio, así como las reformas sucesivas de los edificios medievales, en las que unas construcciones se iban superponiendo a otras anteriores, son los principales aspectos que, creemos, no han permitido la supervivencia de un mayor número de sarcófagos romanos reutilizados. El hecho de que en su mayoría se conserven en el antiguo reino de Aragón, más tarde Corona de Aragón, y los condados catalanes, nos han permitido mantener la hipótesis de Serafín Moralejo acerca de que el menor impacto islámico en estas zonas correspondientes a la antigua Tarraconensis, además altamente romanizadas, han permitido una mayor supervivencia de ejemplares. En todo caso, y aunque no es el objeto de este trabajo, centrado en los reinos cristianos, en los últimos años se ha demostrado que la reutilización de sarcófagos romanos tampoco fue ajena al mundo islámico, conservándose diversos ejemplos en Mad nat al-Zahr (J. Elices Ocón). Otra de las conclusiones fundamentales de nuestro estudio ha sido que los sarcófagos reutilizados que mantuvieron su función funeraria, el reempleo fue propiciado por personajes procedentes de las altas esferas de poder, principalmente nobles, reyes y eclesiásticos. Si bien no se trata en todos los casos de un spolium in se, encontrándose diversos ejemplos que fueron objeto de lo que hemos llamado, siguiendo a P. Liverani, spolium in me, en ambos casos se demuestra un uso simbólico e ideológico de la pieza. Por un lado, resulta indudable que condes y reyes podrían haber accedido, por motivos obvios, a cualquier monumento funerario y, sin embargo, prefirieron adueñarse de una pieza antigua. Por otro lado, los sarcófagos cuya adscripción no es segura y que han sido adjudicados a grandes personajes con posterioridad (spolium in me), aunque ha resultado imposible demostrar de manera fehaciente si la reutilización fue original o no, demuestran, en nuestra opinión, dos cuestiones: que el reempleo de sarcófagos antiguos por parte de monarquía y nobleza era relativamente habitual y, en segundo lugar, que su antigüedad sirvió para demostrar que aquellos restos era auténticos (J. Balty). En esta misma línea, los ejemplos de sarcófagos antiguos vinculados a reliquias de santos son también notables, y demuestran, quizá más que en el caso anterior, el deseo de demostrar la autenticidad de aquellos restos. Aunque sus adscripciones son más tardías, este hecho refuerza lo dicho con anterioridad (era necesarios hacerlas pasar por antiguas), y el ejemplo más notable es probablemente el de los sarcófagos vinculados a Santa Eulalia conservados en el Museo Arqueológico de Barcelona. Uno de ellos, de hecho, siempre estuvo, antes de ser trasladado, en dicha basílica (P. de Palol), lo que hace bastante probable su reutilización como contenedor de reliquias en la Edad Media. Además de estas reutilizaciones funerarias, nos encontramos con utilizaciones terciarias (I. Rilliet-Maillard), esto es, con sarcófagos que han perdido por completo su función. Su uso arquitectónico, si bien en un primer momento las motivaciones parecían responder más bien a unas consideraciones estéticas (A. Esch), su ubicación en lugares preminentes de los templos, de gran significación simbólica en algunos casos, nos han hecho pensar que también en este caso hubo de esconderse tras estos reempleos una motivación simbólica. Por otro lado, las reutilizaciones utilitarias y litúrgicas, como pila de fuente o pila bautismal, también se ha comprobado que en algunas de ellas trató de hacerse coincidir la iconografía acuática con esta nueva función relacionada precisamente con el agua. En conclusión, la reutilización de sarcófagos antiguos en la Edad Media, no solo ha contribuido al desarrollo de los parámetros estéticos del estilo románico, como ya han demostrado y estudiado otros autores, desde S. Moralejo, J. A. Moráis, o Prado Vilar, sino que consideramos que refuerza la idea de que la reutilización de elementos antiguos no siempre respondió al utilitarismo y que, si lo hizo en algunos casos, no fue algo excluyente o incompatible con otras motivaciones. Además, en algo tan importante como el buen morir medieval (P. Ariès), no cabe pensar que se sirviera de una sepultura cualquiera por el mero hecho de tenerla cerca. Finalmente, creemos que no resulta posible establecer un momento dentro de la Edad Media en el que se haya producido un mayor recurso al spolium de sarcófagos. Si bien en un primer momento cabría afirmar que en la Alta Edad Media, y concretamente en época condal, hubo un verdadero auge (haciendo un uso comedido de este término, pues el catálogo total no es muy numeroso) en la reutilización del sarcófago antiguo, no hemos de olvidar que se trata en prácticamente todos los casos, de adscripciones posteriores, siendo el sarcófago del Conde Santo el único que nos serviría como referencia segura y real de que no fue en ningún caso algo ajeno al periodo medieval. Si, además, ampliamos el contexto y observamos nuevamente las reutilizaciones que tuvimos ocasión de repasar en el capítulo dos, nos damos cuenta de que el spolium fue una tendencia bastante generalizada en época altomedieval. En base a esta compleja realidad, en la que se mezclan reutilizaciones seguras y que han llegado hasta nuestros días, con adscripciones posteriores e, incluso, sarcófagos cuya función funeraria original se perdió, nos permiten dibujar algunas conclusiones provisionales, aunque de notable importancia: (1) En la Alta Edad Media el recurso a sarcófagos antiguos, sobre todo con función funeraria, debió ser relativamente común y seguramente más numeroso que en épocas posteriores. Para ello nos basamos en la conservación del ejemplar del Conde Santo, en las adscripciones historiográficas posteriores a otras piezas antiguas que permiten rastrear en muchos casos su presencia en el mismo lugar desde antiguo, y que, cuanto menos, solo pueden significar que era algo común; y, en última instancia, la existencia de otros ejemplos europeos (merovingios y carolingios), así como a la tendencia general al spolium en la arquitectura altomedieval. (2) Los ejemplos funerarios de Ramiro II y Pedro III, si bien no podemos descartar la existencia de otros ejemplos contemporáneos que no hayan llegado a nosotros, creemos que constituyen modelos aislados en el contexto peninsular, pero generales en el contexto europeo, que es en el que consideramos que deben ser insertarlos, sobre todo el caso de Pedro III. En Italia papas y reyes (Hauteville) se estaban sirviendo de sarcófagos antiguos de pórfido en una clara batalla política; y Pedro III, rey también de Sicilia, está dentro de esta dinámica. (3) Las reutilizaciones arquitectónicas, aunque debidas también a motivos simbólicos que justifican su presencia en áreas como el presbiterio en el caso de San Félix de Gerona, han de insertarse también en un contexto de reutilización relacionado con las consideraciones estéticas y la valoración de la Antigüedad en la Edad Media. Esto también las une, al mismo tiempo, a la línea metodológica más tradicional de la supervivencia del arte antiguo a lo largo del medievo, pues sin duda sirvieron de inspiración para muchos artistas románicos, aspecto que también sucede en Europa, con el paradigmático ejemplo de la catedral de Módena, cuya compartimentación escultórica pudo estar influida por frentes de sarcófagos antiguos (S. Settis).